Volviendo a los efectos que su presencia tenía en mi vida, puedo decir que por muchos años estuvieron camuflados, convencida yo, como decía antes, que las elecciones que hacía dependían de mi voluntad.
Pero a veces se verificaba un extraño fenómeno: improvisamente hablaba otra lengua desconocida, con tonos arábicos, sin saber cómo era capaz de hablarla y qué estaba diciendo. En los momentos menos pensados era como si otra voluntad poseyera mis cuerdas vocales para decir algo...durante años este fenómeno quedó sin explicación. Hasta que me fué explicado que los Orange hablan una lengua similar al árabe.
Y descubrí que todos los abducidos que tienen una MAA de este tipo, tienen experiencias de este tipo. En el momento en que he tomado consciencia de su existencia, las cosas seguramente cambiaron. Desde el primer coloquio con Corrado, eso que él organiza como una sesión de PNL, los Orange se preocuparon por cómo se habrían desarrollado los acontecimientos. Ser descubiertos era el miedo más grande que hubieran sufrido, esa misma noche, luego de mi encuentro con Corrado, me llevaron para tratar de entender qué habría cambiado luego de lo que había hecho. Y ser descubierto ha sido el más grande terror del Orange que tenía en la cabeza por tanto tiempo. Fué así que intentaba esconderse, por cuanto pudiera, y durante la hipnosis, llamado por Corrado, intentaba resistir lo más posible a sus preguntas, a sus intentos de interactuar. Pero luego ha entendido que todo era inútil y no le ha quedado otra posibilidad más que salir al descubierto. Desde entonces ha iniciado a intervenir pesadamente sobre mí, no tenía más que perder, lo sabíamos, por lo tanto podía permitirse algunas salidas. Cuando tomaba fuerza sobre mi voluntad, yo advertía claramente su llegada. Empezaba desde la base del cráneo y como una lengua subía, una mordida que yendo hacia la cúspide y luego hacia adelante, intentaba apretar cada vez con más fuerza, en su avanzar. Era tan irresistible y pesado que no tenía siquiera el tiempo de reaccionar. Perdía el contacto con el mundo exterior, todo desaparecía en un agujero negro, y de esa ausencia me reprendía solamente horas después. Qué hubiese acontecido me era imposible decir. Y cuánto más avanzaba en mi recorrido de conocimiento, más estas intervenciones se hacían pesadas y frecuentes.
Estaba exhausta. Perder continuamente horas de tu jornada es psicológicamente agotador. A pesar de saber lo que sabes, del haber entendido que se es abducido y todo lo que lo circunda esa condición, se llega a pensar que a lo mejor uno está realmente loco. Que haya realmente algo que "no va" dentro tuyo. Los últimos días compartidos con la MAA fueron luego in crescendo extraordinariamente.
Luego de haber estado en casa de Corrado para hacer la enésima hipnosis habíamos decidido que se tenía que ir. Apretado en la mordida de este conocimiento, el Orange intentaba oponerse como mejor podía. Sabía que era inútil, que nada nos habría disuadido de la decisión tomada, pero lo intentaba igualmente. La fuerza de la desesperación. Fuí atacada físicamente. Extraños desazones me obligaban a quedarme en la cama sin fuerzas, y contemporáneamente era sacudida por temblores violentísimos. Decidí entonces poner fin a todo. Y se lo comuniqué. Quería ser gentil: le ofrecía la posibilidad de irse por sí mismo. Pero si no lo hubiera hecho yo lo habría echado. Vasch no quiso entrar en razón. Pero, en vez de probar con ímpeto una rebelión, frente a esa arrogante oposición, como había acontecido con lux y gruñón, sentí inesperadamente solamente una profunda pena al sentir su desesperación, el dolor, con el que me comunicaba que no podía irse. Comprendí una cosa que nunca antes había comprendido: tenía miedo. Comprendí que tenía que ser yo quien lo guiara. Que tenía que mostrarle que su vida no terminaba si dejaba mi contenedor, sino que gracias a su Espíritu podía disolverse en la gran Energía que es el origen de todo. Fué así que lo acompañé fuera de mí. Fué extrañamente dulce, triste y bello al mismo tiempo. Nutro la esperanza que haya entendido, por lo menos en parte.
Después de su partida las cosas tomaron finalmente su correcta dirección. Terminadas todas los molestias físicas, reencontré la serenidad perdida. Dentro mío había finalmente tanto espacio, tanto...lo sentía, físicamente. Liviana y libre para moverme!
Retomar en mis manos las secuencias de mi existencia, evaluar en qué había sido influenciada por su voluntad y en qué había sido libre para decidir, me llevó, no obstante mucho más tiempo del previsto, porque mientras tanto, eliminado el Orange, los militares se habían desaforado, ejercitando sobre mí una presión que se hacía cada día más apretada. Querían entender cómo lo había hecho. Querían entender si realmente lo había hecho. Querían las informaciones que había dejado en mi cerebro, querían...querían...querían...
Los militares, que intervienen pesadamente sobre los abducidos que se han liberado de los alienígenas, quieren siempre, constantemente... Los militares están presentes desde siempre en la vida del abducido, así como los alienígenas, cada uno de ellos con su objetivo por alcanzar y con diferentes modalidades de utilización del abducido. Pero cuando el abducido se libera, entonces para ellos es el momento de entrar.
El camino está libre, no hay más rivales. Liberarse también de este componente, que es humano y por lo tanto más cercano a nosotros, nos deja más desconcertados y desilusionados de lo que estábamos por el comportamiento alienígena, es una experiencia que no sabría cómo describir. Claro que te hace entender algo fundamental: mientras que uno no se pone en los zapatos de otro no se es capaz de entender eso que vive y experimenta. Para mí ésta ha sido una gran lección.
El abducido es controlado a través de diversos chips desparramados por todo el cuerpo. Pero hay un implante en especial que se encuentra generalmente sobre el ojo (derecho o izquierdo) que permite al militar, a través de un casco similar a aquellos de la realidad virtual, ver y sentir cada cosa que el abducido hace, ve y dice. Cuando encontré el modo de entrar en contacto con el militar que me controlaba a través de este implante, la primera reacción fué de gran fastidio. No lograba entender cómo seres humanos iguales a mí pudieran tratarnos de ese modo. Me debatí mucho internamente, durante un período, entre la rabia y la desesperación, y el saber que no tenía sentido encarnizarse conmigo de esa manera, que en algún modo eran para compadecerse.
Aunque si no sabía decir en cuál modo... Hasta que no sentí aquello que tenía que hacer.
Acerqué mi mente a la suya, y en ese contacto mental comprendí que él, el militar, no tenía la más pálida idea de las consecuencias de lo que hacía. Era necesario hacérselas ver. Desde mi mente hacia su mente, cada sufrimiento, físico y moral, cada persona que es llevada y torturada, mujeres, niños, seres indefensos, en un flujo ininterrumpido, pasó en un tiempo infinitesimal y largos instantes eternos. El militar quedó sin aliento, trastornado por la improvisa comprensión de aquello que estaba aconteciendo, de aquello que las personas sentían y vivían mientras ellos las usaban. Fué como ver cambiar un cielo soleado en tempestuoso, en un instante. Se quitó el casco y frente a las órdenes de sus superiores de continuar con aquello que estaba haciendo, opuso un decidido rechazo. No lo habría hecho más. Nunca más. No sé qué fué este militar. Lo cierto es que ha entendido. O por lo menos eso espero. Como espero que un día entiendan también sus colegas... pero quién sabe si ese día llegará...
Había por lo tanto terminado! Me había liberado de todos. No era más raptada por los alienígenas. Los militares continuaron probando por un cierto período, luego las tentativas, cada vez menos eficaces, disminuyeron cada vez más hasta desaparecer. Logré un modo de scannear, mentalmente, y visualmente, mi organismo para así individuar cada uno de los implantes todavía activos: con la ayuda de Ánima logré desactivarlos a todos. No tuve más ningún fastidio provocado por los implantes.
El más asombroso seguramente ha sido el fastidio debido al implante sobre el ojo derecho, ese, con el cual el militar a mí asignado, me controlaba. Lo sentía a menudo "freir", como si pasara corriente, me provocaba dolores tanto en la zona propiamente dicha, como migrañas muy fuertes. Una vez desactivado y fundido, desaparecieron todos los síntomas. Sin estas pertubaciones estaba finalmente bien!
Los parásitos intentaron todavía entrar dentro mío, especialmente el lux. Pero ya mi Ánima sabía, y mis partes (Ánima, Mente y Espíritu) cada vez más cohesionadas actuaban como constantes revisores, no bajando nunca la guardia y defendiéndome de cada intrusión.
Comenzó para mí un período bastante extraño.
Tuve que, antes que nada, recuperar partes de mí que habían quedado silenciadas, aplastadas, escindidas, a raíz de la obra de las constantes abducciones y de quien me controlaba. Cada re-integración era simultáneamente dolorosa y estupenda.
Fué un trabajo que requirió mucho tiempo y mucha paciencia. Todavía no ha concluído del todo, seguramente tengo mucho que recuperar.
El abducido que se libera, se libera de identidades que no le pertenecen y ésto implica ir a recuperar luego, la propia, verdadera identidad.
Es necesario, por lo tanto recuperar todo aquello que se había perdido...en un camino hacia atrás en la propia vida, que es contemporáneamente un adelanto. Difícil de explicar. A medida que recuperaba partes de mí, que lograba sentirme cada vez más íntegra, gracias también a la práctica constante de ese maravilloso instrumento que es el SIMBAD, nuevas cosas sucedían.
Viajar en el espacio y en el tiempo se tornaba cada vez más simple. Entré en contacto con otras vidas, contemporáneas, que Ánima elige para tener experiencia. En un modo extrañamente rápido, pasaba del presente al pasado y luego al futuro... y la visión era tan extendida que era posible en un sólo instante comprender el entero sentido de la existencia, con todas sus implicaciones. Los OOBE se hicieron más frecuentes. Me encontraba a menudo observando desde arriba mi cuerpo dormido... Los sueños lúcidos hicieron su aparición. Y no sé describir la beatitud que se siente al percibir absolutamente despiertos, lúcidos y cien veces más conscientes de cuando se está "despierto" en lo cotidiano. La felicidad de poder controlar tus movimientos, los traslados, el desarrollo del sueño. El éxtasis creador que te hace modificar las cosas según tu placer. No tiene precio.Experimentaba y experimento una libertad nueva, nunca sentida antes, subyugada como estaba a la voluntad de los otros, a las abduction, acostumbrada a ser usada. Soy consciente que ésto no es un final. Hacer que cesen las abduction y liberarse es una meta y es correcto que sea visto así. Pero no es el final...
Es el principio.
Delante de mí veo tanto camino por recorrer. Otras cosas sucedieron agregadas a las primeras y continuarán a suceder, porque el descubrimiento de eso que somos y de eso que nos circunda es un recorrido sin fin, siempre nuevo, excitante, aún con la fatiga que cada nueva adquisición requiere. Pero se trata de otro género de fatiga, diferente de aquella de la situación que confunde y agota siempre más al abducido.
No, esta es una fatiga sana, es un "arremangarse", afilando los instrumentos que se descubren tener mientras se recorre el camino, y ver cómo utilizarlos, ver que cosas somos capaces de hacer, entender cada vez más y mejor, cada día más conscientes y lúcidos. Es un proceso impío, en algunos aspectos, porque cuanto más somos conscientes, mejor vemos las cosas, todas las cosas: también nuestros defectos y nuestros límites. Pero es fundamental conocerlos. Porque cuando se conoce la profundidad, y la entera altura de nuestro ser, no hay nada más que sea capaz de engañarnos.
Ni el alienígena, ni el militar, ni los massmedia, ni el político de turno, ni el Papa...
Sabiendo quiénes somos, sabemos reconocer a los otros por lo que son.
Con la esperanza de salir un día de esta realidad virtual, para abrazar la realidad real en su totalidad, digo a todos los abducidos que todavía no se han liberado, que lo hagan. Que insistan. Más allá de las vacilaciones, los miedos, los bloqueos, los reinicios...que no se rindan. Porque es posible llegar a ser libres. Insistiendo, perseverando, con una buena dosis de testadurez osaría decir, jamás rendirse, nunca tirar la toalla.
Habrá 10, 100, 1000...un millón de intentos de volver a agarrarnos, de volver a parasitarnos, de volver a llevarnos a un estado de sumisión, pero estén seguros que el "millón y uno" de los intentos será el último. Dejarán la presa, si ustedes no la dejan lo tienen que hacer ellos.
Al final es un juego de equilibrios, como un balancín (subibaja) de madera, sobre el que se sientan, uno en un extremo y el otro en la otra parte: quien empuja más de su parte, lleva al otro hacia la dirección querida.
Vale la pena.
MAA (Memoria Alienígena Activa), MAP (Memoria Alienígena Pasiva), SIMBAD (Self Induced Method for Blocking Abductions Definitively) método auto-inducido para bloquear las abducciones definitivamente, OOBE (Out of the Body Experience) experiencia fuera del cuerpo.
Pero a veces se verificaba un extraño fenómeno: improvisamente hablaba otra lengua desconocida, con tonos arábicos, sin saber cómo era capaz de hablarla y qué estaba diciendo. En los momentos menos pensados era como si otra voluntad poseyera mis cuerdas vocales para decir algo...durante años este fenómeno quedó sin explicación. Hasta que me fué explicado que los Orange hablan una lengua similar al árabe.
Y descubrí que todos los abducidos que tienen una MAA de este tipo, tienen experiencias de este tipo. En el momento en que he tomado consciencia de su existencia, las cosas seguramente cambiaron. Desde el primer coloquio con Corrado, eso que él organiza como una sesión de PNL, los Orange se preocuparon por cómo se habrían desarrollado los acontecimientos. Ser descubiertos era el miedo más grande que hubieran sufrido, esa misma noche, luego de mi encuentro con Corrado, me llevaron para tratar de entender qué habría cambiado luego de lo que había hecho. Y ser descubierto ha sido el más grande terror del Orange que tenía en la cabeza por tanto tiempo. Fué así que intentaba esconderse, por cuanto pudiera, y durante la hipnosis, llamado por Corrado, intentaba resistir lo más posible a sus preguntas, a sus intentos de interactuar. Pero luego ha entendido que todo era inútil y no le ha quedado otra posibilidad más que salir al descubierto. Desde entonces ha iniciado a intervenir pesadamente sobre mí, no tenía más que perder, lo sabíamos, por lo tanto podía permitirse algunas salidas. Cuando tomaba fuerza sobre mi voluntad, yo advertía claramente su llegada. Empezaba desde la base del cráneo y como una lengua subía, una mordida que yendo hacia la cúspide y luego hacia adelante, intentaba apretar cada vez con más fuerza, en su avanzar. Era tan irresistible y pesado que no tenía siquiera el tiempo de reaccionar. Perdía el contacto con el mundo exterior, todo desaparecía en un agujero negro, y de esa ausencia me reprendía solamente horas después. Qué hubiese acontecido me era imposible decir. Y cuánto más avanzaba en mi recorrido de conocimiento, más estas intervenciones se hacían pesadas y frecuentes.
Estaba exhausta. Perder continuamente horas de tu jornada es psicológicamente agotador. A pesar de saber lo que sabes, del haber entendido que se es abducido y todo lo que lo circunda esa condición, se llega a pensar que a lo mejor uno está realmente loco. Que haya realmente algo que "no va" dentro tuyo. Los últimos días compartidos con la MAA fueron luego in crescendo extraordinariamente.
Luego de haber estado en casa de Corrado para hacer la enésima hipnosis habíamos decidido que se tenía que ir. Apretado en la mordida de este conocimiento, el Orange intentaba oponerse como mejor podía. Sabía que era inútil, que nada nos habría disuadido de la decisión tomada, pero lo intentaba igualmente. La fuerza de la desesperación. Fuí atacada físicamente. Extraños desazones me obligaban a quedarme en la cama sin fuerzas, y contemporáneamente era sacudida por temblores violentísimos. Decidí entonces poner fin a todo. Y se lo comuniqué. Quería ser gentil: le ofrecía la posibilidad de irse por sí mismo. Pero si no lo hubiera hecho yo lo habría echado. Vasch no quiso entrar en razón. Pero, en vez de probar con ímpeto una rebelión, frente a esa arrogante oposición, como había acontecido con lux y gruñón, sentí inesperadamente solamente una profunda pena al sentir su desesperación, el dolor, con el que me comunicaba que no podía irse. Comprendí una cosa que nunca antes había comprendido: tenía miedo. Comprendí que tenía que ser yo quien lo guiara. Que tenía que mostrarle que su vida no terminaba si dejaba mi contenedor, sino que gracias a su Espíritu podía disolverse en la gran Energía que es el origen de todo. Fué así que lo acompañé fuera de mí. Fué extrañamente dulce, triste y bello al mismo tiempo. Nutro la esperanza que haya entendido, por lo menos en parte.
Después de su partida las cosas tomaron finalmente su correcta dirección. Terminadas todas los molestias físicas, reencontré la serenidad perdida. Dentro mío había finalmente tanto espacio, tanto...lo sentía, físicamente. Liviana y libre para moverme!
Retomar en mis manos las secuencias de mi existencia, evaluar en qué había sido influenciada por su voluntad y en qué había sido libre para decidir, me llevó, no obstante mucho más tiempo del previsto, porque mientras tanto, eliminado el Orange, los militares se habían desaforado, ejercitando sobre mí una presión que se hacía cada día más apretada. Querían entender cómo lo había hecho. Querían entender si realmente lo había hecho. Querían las informaciones que había dejado en mi cerebro, querían...querían...querían...
Los militares, que intervienen pesadamente sobre los abducidos que se han liberado de los alienígenas, quieren siempre, constantemente... Los militares están presentes desde siempre en la vida del abducido, así como los alienígenas, cada uno de ellos con su objetivo por alcanzar y con diferentes modalidades de utilización del abducido. Pero cuando el abducido se libera, entonces para ellos es el momento de entrar.
El camino está libre, no hay más rivales. Liberarse también de este componente, que es humano y por lo tanto más cercano a nosotros, nos deja más desconcertados y desilusionados de lo que estábamos por el comportamiento alienígena, es una experiencia que no sabría cómo describir. Claro que te hace entender algo fundamental: mientras que uno no se pone en los zapatos de otro no se es capaz de entender eso que vive y experimenta. Para mí ésta ha sido una gran lección.
El abducido es controlado a través de diversos chips desparramados por todo el cuerpo. Pero hay un implante en especial que se encuentra generalmente sobre el ojo (derecho o izquierdo) que permite al militar, a través de un casco similar a aquellos de la realidad virtual, ver y sentir cada cosa que el abducido hace, ve y dice. Cuando encontré el modo de entrar en contacto con el militar que me controlaba a través de este implante, la primera reacción fué de gran fastidio. No lograba entender cómo seres humanos iguales a mí pudieran tratarnos de ese modo. Me debatí mucho internamente, durante un período, entre la rabia y la desesperación, y el saber que no tenía sentido encarnizarse conmigo de esa manera, que en algún modo eran para compadecerse.
Aunque si no sabía decir en cuál modo... Hasta que no sentí aquello que tenía que hacer.
Acerqué mi mente a la suya, y en ese contacto mental comprendí que él, el militar, no tenía la más pálida idea de las consecuencias de lo que hacía. Era necesario hacérselas ver. Desde mi mente hacia su mente, cada sufrimiento, físico y moral, cada persona que es llevada y torturada, mujeres, niños, seres indefensos, en un flujo ininterrumpido, pasó en un tiempo infinitesimal y largos instantes eternos. El militar quedó sin aliento, trastornado por la improvisa comprensión de aquello que estaba aconteciendo, de aquello que las personas sentían y vivían mientras ellos las usaban. Fué como ver cambiar un cielo soleado en tempestuoso, en un instante. Se quitó el casco y frente a las órdenes de sus superiores de continuar con aquello que estaba haciendo, opuso un decidido rechazo. No lo habría hecho más. Nunca más. No sé qué fué este militar. Lo cierto es que ha entendido. O por lo menos eso espero. Como espero que un día entiendan también sus colegas... pero quién sabe si ese día llegará...
Había por lo tanto terminado! Me había liberado de todos. No era más raptada por los alienígenas. Los militares continuaron probando por un cierto período, luego las tentativas, cada vez menos eficaces, disminuyeron cada vez más hasta desaparecer. Logré un modo de scannear, mentalmente, y visualmente, mi organismo para así individuar cada uno de los implantes todavía activos: con la ayuda de Ánima logré desactivarlos a todos. No tuve más ningún fastidio provocado por los implantes.
El más asombroso seguramente ha sido el fastidio debido al implante sobre el ojo derecho, ese, con el cual el militar a mí asignado, me controlaba. Lo sentía a menudo "freir", como si pasara corriente, me provocaba dolores tanto en la zona propiamente dicha, como migrañas muy fuertes. Una vez desactivado y fundido, desaparecieron todos los síntomas. Sin estas pertubaciones estaba finalmente bien!
Los parásitos intentaron todavía entrar dentro mío, especialmente el lux. Pero ya mi Ánima sabía, y mis partes (Ánima, Mente y Espíritu) cada vez más cohesionadas actuaban como constantes revisores, no bajando nunca la guardia y defendiéndome de cada intrusión.
Comenzó para mí un período bastante extraño.
Tuve que, antes que nada, recuperar partes de mí que habían quedado silenciadas, aplastadas, escindidas, a raíz de la obra de las constantes abducciones y de quien me controlaba. Cada re-integración era simultáneamente dolorosa y estupenda.
Fué un trabajo que requirió mucho tiempo y mucha paciencia. Todavía no ha concluído del todo, seguramente tengo mucho que recuperar.
El abducido que se libera, se libera de identidades que no le pertenecen y ésto implica ir a recuperar luego, la propia, verdadera identidad.
Es necesario, por lo tanto recuperar todo aquello que se había perdido...en un camino hacia atrás en la propia vida, que es contemporáneamente un adelanto. Difícil de explicar. A medida que recuperaba partes de mí, que lograba sentirme cada vez más íntegra, gracias también a la práctica constante de ese maravilloso instrumento que es el SIMBAD, nuevas cosas sucedían.
Viajar en el espacio y en el tiempo se tornaba cada vez más simple. Entré en contacto con otras vidas, contemporáneas, que Ánima elige para tener experiencia. En un modo extrañamente rápido, pasaba del presente al pasado y luego al futuro... y la visión era tan extendida que era posible en un sólo instante comprender el entero sentido de la existencia, con todas sus implicaciones. Los OOBE se hicieron más frecuentes. Me encontraba a menudo observando desde arriba mi cuerpo dormido... Los sueños lúcidos hicieron su aparición. Y no sé describir la beatitud que se siente al percibir absolutamente despiertos, lúcidos y cien veces más conscientes de cuando se está "despierto" en lo cotidiano. La felicidad de poder controlar tus movimientos, los traslados, el desarrollo del sueño. El éxtasis creador que te hace modificar las cosas según tu placer. No tiene precio.Experimentaba y experimento una libertad nueva, nunca sentida antes, subyugada como estaba a la voluntad de los otros, a las abduction, acostumbrada a ser usada. Soy consciente que ésto no es un final. Hacer que cesen las abduction y liberarse es una meta y es correcto que sea visto así. Pero no es el final...
Es el principio.
Delante de mí veo tanto camino por recorrer. Otras cosas sucedieron agregadas a las primeras y continuarán a suceder, porque el descubrimiento de eso que somos y de eso que nos circunda es un recorrido sin fin, siempre nuevo, excitante, aún con la fatiga que cada nueva adquisición requiere. Pero se trata de otro género de fatiga, diferente de aquella de la situación que confunde y agota siempre más al abducido.
No, esta es una fatiga sana, es un "arremangarse", afilando los instrumentos que se descubren tener mientras se recorre el camino, y ver cómo utilizarlos, ver que cosas somos capaces de hacer, entender cada vez más y mejor, cada día más conscientes y lúcidos. Es un proceso impío, en algunos aspectos, porque cuanto más somos conscientes, mejor vemos las cosas, todas las cosas: también nuestros defectos y nuestros límites. Pero es fundamental conocerlos. Porque cuando se conoce la profundidad, y la entera altura de nuestro ser, no hay nada más que sea capaz de engañarnos.
Ni el alienígena, ni el militar, ni los massmedia, ni el político de turno, ni el Papa...
Sabiendo quiénes somos, sabemos reconocer a los otros por lo que son.
Con la esperanza de salir un día de esta realidad virtual, para abrazar la realidad real en su totalidad, digo a todos los abducidos que todavía no se han liberado, que lo hagan. Que insistan. Más allá de las vacilaciones, los miedos, los bloqueos, los reinicios...que no se rindan. Porque es posible llegar a ser libres. Insistiendo, perseverando, con una buena dosis de testadurez osaría decir, jamás rendirse, nunca tirar la toalla.
Habrá 10, 100, 1000...un millón de intentos de volver a agarrarnos, de volver a parasitarnos, de volver a llevarnos a un estado de sumisión, pero estén seguros que el "millón y uno" de los intentos será el último. Dejarán la presa, si ustedes no la dejan lo tienen que hacer ellos.
Al final es un juego de equilibrios, como un balancín (subibaja) de madera, sobre el que se sientan, uno en un extremo y el otro en la otra parte: quien empuja más de su parte, lleva al otro hacia la dirección querida.
Vale la pena.
MAA (Memoria Alienígena Activa), MAP (Memoria Alienígena Pasiva), SIMBAD (Self Induced Method for Blocking Abductions Definitively) método auto-inducido para bloquear las abducciones definitivamente, OOBE (Out of the Body Experience) experiencia fuera del cuerpo.
Texto original: www.ufomachine.org
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